En una de mis aventuras por los Llanos Orientales, acepté la invitación de un gran amigo a conocer sus tierras, exactamente a 7 horas de Villavicencio, Puerto Rondón Arauca, un lugar donde el trabajo de llano es el sustento primario de sus habitantes. Aunque este pueblo ha sufrido la guerra que se ha presentado en Colombia, gracias al postconflicto pude visitar el furor del llano.
Antes de hablar de mis faenas por esta tierra, voy a contar un poco la historia de Puerto Rondón, ubicado a la margen izquierda del río Casanare que divide los departamentos del Arauca y Casanare. Según el documental de Alex Guzmán Alvis, los inicios de Puerto Rondón datan desde el siglo veinte, cuando los llaneros con sus caballos llevaban ganado desde Arauca hasta Villavicencio atravesando el río Casanare, pero antes tomaban un descanso en una tierra cerca a la orilla, convirtiéndose esta zona en un cruce y paradero ganadero. Para esta época se presentaba la dictadura del presidente venezolano Juan Vicente Gómez, causal de que muchos venezolanos migraran a estas tierras y llegaran a este cruce. Cuando se construyó por primera vez una ranchería, a esta zona se le llamó “El Padre” y uno de los venezolanos, Luis Felipe Hernández, quien era un ganadero y quien llegó en el año de 1922 se le atribuye la fundación del pueblo. Luego en homenaje al coronel Juan José Rondón, se brinda su apellido como nombre a esta tierra.
El pueblo fue creciendo a medida que iban llegando más venezolanos y ganaderos, también llegaron bandas de cuatreros desde Venezuela quienes les pedían a los ganaderos cuotas para mantener su lucha contra la dictadura venezolana.
Puerto Rondón también fue víctima de la violencia bipartidista que se vivió a comienzos 1950 a causa de los enfrentamientos entre el Comandante Guadalupe Salcedo de las guerrillas Liberales y el Ejército Nacional, siendo afectados los habitantes rondoneños. Después de firmarse la Paz en Colombia para 1953, Puerto Rondón vuelve con su comercio ganadero, no pasa mucho tiempo de tranquilidad y este territorio se vuelve zona de cuatro fuertes tomas guerrilleras que se presentaron del año 1987 hasta el 2000, quedando de esto solo el recuerdo y los impactos de las balas en un viejo tanque aéreo.
Puerto Rondón actualmente surge económicamente con los campos de ganadería, turismo y agricultura, y allí es donde comienza mi faena.
Para junio del 2015 llegué a Puerto Rondón donde sus habitantes me recibieron con los brazos abiertos y con su gran gastronomía. Allí me quedé en la casa de Don José María, padre de mi amigo José María, me llevaron a su finca (Sabana) a realizar trabajo de llano y vivir unos días como en las épocas llaneras.
Al día siguiente me levantaron a las 4:00 am para arreglar la cama y tomarnos un buen café que siempre despierta la mañana, de la casa a la finca nos desplazamos en unas motos hasta llegar al rancho y las caballerizas. Allí nos recibió el encargado, el cual nos preparó un desayuno bien cargado, arroz, lentejas, carne, tajadas maduras y un caldo, de bebida una deliciosa preparada (agua con panela). Luego nos dirigimos a pie al corral donde cada uno cogió un lazo para escoger el caballo con el que íbamos a realizar los trabajos de llano.
Después de realizar esta tarea llevamos los caballos a la caballeriza para ensillarlos y tenerlos listos para los trabajos. Nos fuimos al almacén para recoger unos bultos de sal y llevarlos a donde se reúne el ganado a comer.
Ya al tener todo listo, montamos los bultos a los caballos y nos dirigimos llano adentro. Era temporada de lluvia así que el terreno estaba encharcado y el pasar de los caballos hacía que nosotros como jinetes nos mojáramos.
Andamos horas a caballo hasta que llegamos al punto de encuentro, allí Mateo; el hermano de mi amigo con un grito y el silbar del llano llamaba al ganado para que viniera a comer, era sorprendente ver cómo se reunían todas las reses con un llamado. Luego vimos un marrano de monte o cajuche, intentamos enlazarlo pero al parecer hice mucho ruido y lo espante, una de las primiparadas que me sucedieron.
Aunque no todo es trabajo, con José María hijo apostamos una carrera a caballo, el que perdiera gastaba la cena de esa noche en el pueblo. Bueno, seguimos con una de las faenas en la cual dejé historia en el pueblo de Puerto Rondón, ya que fui grabado mientras hacía este trabajo de llano y mi amigo se encargó de contar mi “hazaña”.
Todo empezó así; uno de los terneros tenía la pata derecha renca (es decir, que por tenerla lastimada el animal cojea) , así que allá la solución era atraparlo, amarrarlo y cortarle solo la punta de la oreja izquierda para que se curara. Pues ese trabajo me lo dejaron a mí, mala decisión. Yo me le medí a la tarea y aunque fue un rato de risa para los otros acompañantes para mí fue toda una lucha tumbar este ternero, dure aproximadamente 15 a 20 minutos tumbándolo, me arrastró, me pisó y hasta tuvimos tiempo para descansar los dos. Bueno, después de ese tiempo logré amarrarlo y don José María sacó su cuchillo (un buen llanero, siempre carga en su cinturón un cuchillo) y le cortó la punta de la oreja al ternero.
Ya siendo las 4:00 pm nos fuimos devolviendo con los caballos a los corrales. En el transcurso del camino galopaba con fuerza en la sabana, disfrutando del correr del caballo y por fin entendiendo por qué se ha marcado en la historia que los llaneros somos el transcurrir de un centauro.
Antes de desenmascarar la palabra centauro, sigo concluyendo mi historia. Ya llegamos a los corrales, desensillamos los caballos pero antes de ponerlos en el corral, los bañamos, los consentimos y los peinamos agradeciéndoles de esta manera por la ayuda que nos brindaron en el trabajo de llano. Después los dejamos en el corral para que descansen.
En Puerto Rondón estuve cuatro días disfrutando de esta vida del llano que nos conecta con la naturaleza. Allí, en esta tierra llanera fundada por venezolanos, donde se esconde el silencio de la guerra pero se viven grandes historias, fue donde comprendí la palabra CENTAURO, en los cuentos o historias siempre los conocí como un ser valiente, luchador y guerrero que era mitad hombre, mitad caballo y que siempre eran puestos en las filas de batallas por su audacia, pero cuando estuve en estas tierras comprendí que el caballo y el jinete a través de los años siempre han actuado como uno solo para estar en grandes batallas y actualmente son uno solo para realizar los trabajos de llano. Comprendí que el jinete siempre cuidará de su caballo después de cada jornada y cada vez que un llanero pierde su caballo, se va una parte de su alma junto a él.
El llano me enseñó que aunque el caballo y el llanero son seres diferentes, siempre habrá hazañas que los muestren como se cuentan en los cuentos de hadas, como grandes CENTAUROS. Quisiera contarles más historias de esta visita a Puerto Rondón, pero los invito a que ustedes vivan su propia experiencia. Si no tienen un amigo llanero, cuenten conmigo para ayudarlos a escribir sus propias faenas en los Llanos Orientales.
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